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Los últimos años que creímos

Publicado: 2012-03-05

(Escribe: Daniel Nakasone)

De un tiempo a esta parte, puedo ver en los periódicos o en las redes sociales, o incluso en conversaciones con otras personas la presencia de un lugar común que me extrañaba al inicio y ahora me causa también algo de temor, y quizá lastima. Me refiero a aquella idea o conjunto de ideas extendidas que sostiene que el sistema funciona muy bien, y aquellos para los que no funciona bien pues son ociosos o atrasados o terroristas y las tres cosas a la vez también.

Hemos sido testigos también en estos últimos años de varios golpes a la economía mundial, las crisis de U.S, la crisis que pasa ahora la Unión Europea, y dentro de estas grandes calamidades pudimos apreciar en cierto detalle cómo se invertían miles de millones para rescatar bancos de la quiebra, o como las reformas de última ahora inevitablemente terminaron afectando en esos países a las clases medias y trabajadoras que de por sí la estaban pasando mal.

Parece ser que algo no está funcionando, para muchos es solo una tuerca que cayó en un lugar inadecuado causando un mal funcionamiento temporal, pero qué pasa cuando algunos hemos visto ciertamente situaciones de pobreza que no parecían relacionarse a ese sistema. Qué ocurre  cuando hemos sido testigos de aquellos que viven en la sombra dejada por esta maquinaria del progreso, o quizá para hablar en términos globales, cuando vemos  los movimientos de “indignados” con reivindicaciones más estructurales  que coyunturales.

Me trae a la mente la idea de si no es  hora de ir reemplazando ciertos sistemas por cosas mejores,  de cambiar por completo formas de ver y concebir nuestros sistemas de orden. Qué ocurre si muchos creemos que esta maquinaria nunca pudo funcionar como nos dijeron que lo haría y ahora estamos empezando a ver todos los errores por delante de nosotros.

Cuando pensé en esto, quise pensar también en ellos, es decir, en los encargados de mantener este sistema. También pensé en los  grandes beneficiados de esta gran maquinaria. Quise pensar en qué harían para tratar de apagar todas estas dudas, cuestionamientos y contradicciones del producto que crearon y que les dio, y da aun a muchos, varias satisfacciones. Entonces surgió nuevamente la visión de aquellas personas que repiten una y otra vez lo mismo: eso de  que todo está bien y para los que no lo está pues es por su propia culpa. O también que nadie es pobre si no quiere, entre otras perlas a veces llevadas al extremo. Y lo irónico es que aquí en nuestro País, donde la convivencia siempre ha sido abrupta entre varios de nosotros. Esta supuesta ideología adquiere un matiz aún más disyuntivo y unilateral.

Me queda medianamente clara una de las causas por las cuales estas ideas están siendo tan populares, o adquiriendo cada vez más y más adeptos que las repiten incluso sin haber salido de Lima, o para ser más dramáticos, sin haber ido alguna vez a un cono de la metrópoli: La degradación en la práctica de su discurso. Esto quiere decir que quizá el supuesto apogeo de estas ideas engañosamente pragmáticas  se sustentan en la decadencia del supuesto sistema que ellos nos siguen vendiendo como efectivo. La hipótesis que sostengo es que quizá esta seudoideología, este parecer, nace a partir de la decadencia  de un sistema que a través de ese discurso reaccionario que se vende como iconoclasta, se defiende como puede de algo que parece inevitable.


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Perú de Ciudadanos

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