Las marchas y contramarchas del agua
(Escribe Daniel Nakasone)
Pensemos en los detalles, “Conga no va” decía el slogan de los movimientos sociales que encabezaron la marcha del agua hace unos días. Muchas de las frases de esa marcha parecían en efecto tener la misma categórica negativa y al parecer intransigente discursiva del slogan principal. Esto, aunado a la poca simpatía que le profeso a Gregorio Santos por su liderazgo confrontacional y caudillesco me hicieron pensar en cuál sería realmente la verdad de esta historia. Desde hace mucho que venía siguiendo los avances y retrocesos de todo el conflicto. La intransigencia de las partes y los discursos ambiguos del presidente. En suma, la típica situación que va conduciendo a escaladas de hostilidad y al final, a situaciones que de violencia sin control.
Por tanto, empecé por lo básico, por ver exactamente hasta qué punto la propuesta de Conga era inadecuada para su entorno y hasta qué punto la población exageraba. He ahí mi gran problema: no solo no había ninguna relación entre dirigentes y funcionarios de gobierno sino que desde ambas partes (pero principalmente desde la parte gubernamental) se trataba de desprestigiar, a priori, los liderazgos o funciones de las otras personas. Quizá el caso más emblemático es la desastrosa reunión del premier Valdez con los dirigentes Cajamarquinos en la cual, muy fiel a su estilo, asumía que en las reuniones de las dirigencias provinciales solo se iba a mencionar las cosas que iban a hacerse y firmar las “actas de acuerdo” sin siquiera dar lugar a réplicas desde la parte opuesta.
Tras esto, es desafortunado para mí oír que, una vez más, los entes del gobierno han estado tratando de sabotear y desconocer a los dirigentes de Cajamarca solo con el fin de saltearse el paso previo que es la concertación para poder sacar a la luz la Ley de Consulta previa, en cuya redacción se omitieron muchos temas cruciales en los que por derecho, los pueblos y dirigentes indígenas tenían que participar. De hecho tras ver los alcances y vacíos de dicho documento, muchos dirigentes decidieron que tenían que solicitar al gobierno la modificación de la norma.
Al mencionar el tema, se acentuaron los problemas. Los funcionarios relacionados al consejo de ministros comenzaron a desprestigiar a quienes no estaban de acuerdo con que se aprobara la normativa sin ser revisada, o en otros casos, como me entero hoy, se está buscando aprobar dicha Ley de consulta, oh pequeña paradoja, sin haber realizado reuniones de concertación con los representantes más importantes de las instituciones en defensa de las poblaciones indígenas.
Es risible la actitud pero lo más gracioso, se ríe para no llorar, es que su cinismo no les permite ver la gran paradoja que han creado. Mientras lo que hace el estado es totalmente ilegal y podría fácilmente ser denunciado ante la CIDH por todos estos atropellos, nuevamente podemos sentir, al menos aquí en Lima, esa niebla condenatoria hacia los que protestan por los recursos naturales. Esta, pues, es nuestra gran paradoja, nuestro Estado quiebra las normas y patea el tablero a través de sus agentes, pero son los ruidosos manifestantes que buscan simplemente hacer que ciertas normas se cumplan los que catalogamos como antisistema.