ya acabó su novela

Recuerdo como advertencia o como remordimiento

Publicado: 2012-02-05

(Escribe: Daniel Nakasone)

¿A qué le tememos cuando recordamos? ¿A qué le tememos cuando tratamos de ver quienes fuimos 10 o 15 años atrás? El hecho de que seamos seres falibles nos deja como único método de aprendizaje: el cometer errores y subsanarlos con el tiempo o tratar de hacerlos menos recurrentes. Eso nos obliga a mejorar la forma en que desempeñamos nuestro rol, o la forma en que nuestra comunidad va desarrollándose.

Si es así: ¿Por qué algo que bien podría ayudarnos a mejorar nuestro desempeño nos es tan difícil de asimilar?  Es cierto que todos cometimos errores, cosas que nos avergüenzan o cosas que creemos sería mejor que todos olvidaran. El asunto es que, en comunidad, es mucho más difícil para ciertas personas el reconocer la validez de este argumento, o enfrentarse de forma objetiva ante el pasado, o al menos intentarlo.

Lo que quizá no entendemos es que el cambio para bien necesita de procesos de asimilación de la realidad, o de lo que fue la realidad.

Sin embargo, existen personalidades que asumen de diferente forma este proceso. Para estos últimos el presente puede bien obviar el pasado, como si no fuéramos hijos de los deberes que alguna vez tuvimos.  Son personalidades que se mienten a sí mismas, que ensalzan sin miramiento sus pros pero tratan de enterrar de forma escandalosa sus contras.  Incluso muchos, para excusarse, pretenden creer que solo mirar al futuro importa, así sea como país.

Pero es solo una excusa para evitar hurgar dentro de las cosas que están a sus espaldas.

Por ello, la única relación que pueden sostener con su pasado es enfermiza: les hace enojar, sentir rabia, remordimiento, vergüenza; lo cual significa que, a la larga, tengan que optar por negarlo. Si esto ocurre a un nivel colectivo, ¿estamos hablando de un País temeroso, amnésico, resignado?

En este ámbito, a mi entender, se encuentran aquellos sectores que buscan la negación de la etapa más funesta de nuestra historia reciente. Buscan negar su responsabilidad, echarle la culpa a otros, justificar su accionar durante esa época o tratar de ningunear a aquellos que quieren, a su modo de ver, “escarbar” de forma inútil en este mismo pasado. Para ellos pues, cualquier forma de hurgar dentro de nuestra desafortunada historia es cuestión inútil y sórdida.

Por último, esa no es la única forma de establecer una relación con nuestra historia pasada. En suma, parte de los compromisos que uno asume como persona se hacen teniendo en cuenta lo que fuimos. Así, con los casos del Movadef y Conga, el tema de los asuntos no resueltos, o no bien resueltos, queda claro para todos. Movadef, porque su existencia muestra sencillamente que no hemos hecho bien nuestro trabajo, a nivel colectivo, de decirnos a nosotros mismos, y a nuestros hermanos menores e hijos, que haríamos todo lo posible para que los años de terror nunca volvieran; y Conga, entre otras tantas protestas del interior del país, porque nos muestran de forma cristalina, que  tras haber cometido el primer error, nuevamente estamos en camino a cometer otro sin darnos cuenta.

¿Qué hemos aprendido? No mucho. Tarde o temprano la basura que no botamos y guardamos bajo nuestra alfombra, tenía que ser encontrada por nuestros hijos mientras jugaban y apestarles en la cara. He ahí nuestra tragedia.


Escrito por


Publicado en

Perú de Ciudadanos

Otro sitio más de Lamula.pe