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Caviares: instrucciones de uso

Publicado: 2012-02-08

(Escribe: Carlos Trinidad Alvarado)

¿Qué es un caviar?

"Un tipo que, siendo de izquierda y atribuyéndose una consciencia (y una moral) de clase, tiene Ipad, estudia derecho (o literatura o filosofía o comunicación) en la Católica, y nunca se ensucia los pies."

Hasta aquí, la explicación sobre lo “caviar” parece residir en una grave (e inevitable) inconsistencia entre experiencia y expresión: el discurso del caviar es refutado por un estilo de vida que se encuentra en sus antípodas. O para definirlo mejor, en los términos de la derecha nacional: caviar es el sujeto que, posicionado en la cresta social y económica (con todo lo que ello, precisamente en Lima, supone), no ha eliminado la conciencia sobre los límites de su condición.

No ha eliminado la culpa.

Tal explicación, sin embargo, ahonda en el determinismo económico y, por decirlo menos, en un estereotipo de clase. Todo se reduce a contrastar una inconsistencia social: no se cuestiona el discurso, sino al sujeto que, descalificado de forma previa por su posición en el universo social, concibe el discurso.

Recuerda la moralina religiosa de las viejas fanáticas de las novelas de Pérez Galdós: objetan el valor de un acto de buena voluntad no por causas inherentes al acto o a la voluntad, sino por el hecho que, en rigor, la fuente productora del acto sea una puta. En ambos casos, se evidencia una suerte de impotencia (y frustración) frente a un acto (y a un discurso) que ampliamente los excede: se sustituye la discusión razonada, por el reproche subjetivo.

En ambos casos, también, se comparte una visión estática del individuo que coincide (la paradoja es el punto de contacto entre los extremos) con el determinismo histórico (social y económico) de la izquierda más recalcitrante.

No obstante, es necesario matizar los extremos de dicha conclusión. La política es transversal a todos nuestros actos. En todos ellos se materializa, con mayor o menor intensidad, una relación inequívoca de poder. En la familia, por ejemplo, hay una distribución de potestades claramente definida entre los padres y los hijos. En el trabajo, hay jefes, subjefes, gerentes, supervisores, inspectores, asociados, empleados y practicantes. Conforme descendemos en la cadena de mando, el poder se irá cercando y delimitando asfixiantemente. Sin embargo, no desaparecerá. El sujeto completamente cercado en este espacio, tendrá otros espacios, otras dimensiones (familiares, afectivas, gremiales, escolares) donde su potestad sobre los otros será patente y efectiva.

Por eso, lo político incide en el espacio público y en el espacio privado. Tal distinción (lo público y lo privado como compartimentos estancos), desde nuestra perspectiva, principalmente se configuró como un límite jurídico al Estado y, como una explicación empírica a la eficacia. Sin embargo, es una exigencia legítima y un techo muy alto para quienes hacen política en nuestro país, hacer de los principios que informan la política pública, imperativos efectivos en los actos más personales.

Ahora bien, la crítica a los “caviares” desde una perspectiva económica, ex ante, claramente determinista, es inadecuada e impide someter a juicio crítico, la acción política de cierto sector de la izquierda o de la sociedad civil, sobre la base de argumentos.

Quizás lo mejor sea definir a los caviares con un concepto elástico, que evoca el ejercicio político de los noventas: la tecnocracia. Su perfil político (si es que así puede denominarse) empieza y acaba con lo técnico. Son los profesionales de la política: la deconstruyen analíticamente desde distintas disciplinas: la antropología, la teoría del derecho, la sociología, la ciencia política, los derechos humanos, la economía, el medio ambiente, etcétera.

Sus análisis están dosificados de premisas arriesgadas, contundentes, prolijamente argumentadas, brillantes. Hay en ellos, pues, un rigor técnico y metodológico realmente plausible.

Lamentablemente, el caviar sufre de dislexia. Su acción política se atrofia en sus premisas. Se resisten, en cualquier caso, en asumir los pasivos (las conclusiones e implicancias mínimas) que se extraen, directa y consecuentemente, de las premisas de sus textos.

Así, el caviar limita su acción “política” al más puro análisis, a la descripción formal, teórica y técnicamente irreprochable de un problema determinado: son los virtuosos desideologizados del desastre global, son los peritos forenses de la injusticia y la exclusión.

En el fondo, han renunciado a la acción política. Por eso la derecha no los soporta. Porque, en definitiva, no asumen la posición política que está latente en cada una sus premisas.

Porque describen (y denigran) el infierno pero se resisten a habitarlo y a combatirlo.

Para Ortega y Gasset los caviares serían, en el fondo, reformistas. Yo diría: conformistas. Reniegan de un sistema, pero se resignan a convivir con él. O peor: les encanta vivir de él.

Sin embargo, es importante ahondar en una diferencia sustantiva: el problema que identificamos en los caviares es un déficit, una verdadera falencia volitiva: conscientes de la injusticia inmanente al propio sistema, han optado por renunciar a la acción política concreta y sublimar toda acción a los extremos retóricos (e impersonales) de un discurso. Recuerda el dandismo anémico que Camus advertía en los escritores del romanticismo: su blasfemia a Dios era, en el fondo, un intento por comunicarse con él y participar paradójicamente en lo sagrado. Por ello, el romántico (a diferencia, por ejemplo, de Iván Karamasov, de acuerdo con el agudo análisis de Camus en “El Hombre Rebelde”) no podía prescindir de Dios.

A diferencia de la crítica maquinal de un sector de la prensa y la clase política, que circunscribe la incapacidad política del caviar en causas ajenas a su dominio (procedencia económica, posición en la sociedad), creemos que la inconsistencia del caviar radica en su propia elección personal: en un mundo donde faltan verdaderos liderazgos políticos, han optado por la cómoda inacción. Entre el grito o la discusión, eligieron el silencio.


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Perú de Ciudadanos

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